Maestros del tiempo
Atender de manera personalizada, buscar la belleza en la naturaleza o capturar en piezas de joyería el espíritu de los cuentos de hadas son algunas de las razones por las que el proyecto de Susana Cruz se ha convertido en un referente de artesanía contemporánea.
Por Pablo Vinuesa
Más de una década de duro trabajo respalda la propuesta de Suma Cruz, en cuyo taller son protagonistas piezas únicas, tan inspiradoras como inusuales, y siempre “en conexión absoluta con la naturaleza”. La idea principal de este proyecto, que se ha terminado convirtiendo “en una broma recurrente en el estudio”, es rendir homenaje a “todos los animales e incluso las plantas que cuentan una historia”, otorgando un significado a los diseños para que “las piedras nos transmitan algo, que siempre tiene un significado directo con mi vida”.
Hay dos “bichos” en particular, la libélula y la mantis, que tienen una relación especial, alargada en el tiempo, con los “cuentos” de Susana, una de las artesanas que coprotagoniza la última campaña de Alhambra Reserva 1925, ‘Maestros del Tiempo’.
A ella estos insectos siempre le han parecido “como hadas”, un razonamiento que comparte con “otros artistas como escritores o directores”. De hecho, traza un interesante paralelismo entre su vida y la laureada película ‘El laberinto del fauno’, “donde las mantis son hadas que pululan por ese mundo mágico imaginado por Guillermo del Toro”. Un vistazo a su trabajo, en especial a sus joyas más especiales, refuerza la idea de un vínculo entre lo terrenal y lo fantástico.
La búsqueda de la belleza es otra de las necesidades vitales de una creadora cuyo plan perfecto podría ser “perderse por un museo, sola o con alguien de quien pueda aprender”. No duda en definirse como “una esteta en toda regla” y para justificarse cita a Dostoievski. “Cuando aseguró que la belleza salvaría al mundo también incluía otras cosas como la bondad del ser humano, por supuesto”, aclara, “pero yo necesito rodearme de belleza para poder hacer las cosas; si no, no soy yo”.
Un lento caminar hasta encontrarse a sí misma
Aunque siempre tuvo claro que quería ser diseñadora, a Susana Cruz le costó encontrar una senda que, curiosamente, ha terminado pareciendo de lo más natural. Empezó “estudiando Historia y Diseño de Moda, luego haciendo prácticas en revistas como Vogue o Marie Claire”, lo que le aportó una visión desde el interior del mundo de la moda que la ayudó a predecir que “los tocados iban a convertirse en tendencia”. Pero que estos fueran sus primeros productos reconocidos no es tampoco, vista su trayectoria en perspectiva, fruto de la mera casualidad.
Algunas pistas habían sido que “le diera mucha más importancia a los complementos que a la ropa”, a la hora de vestirse, o que su regalo favorito fueran “siempre las joyas”. Aunque se defina “más como diseñadora que como joyera”, el paso de los años y la experiencia han confirmado sensaciones que tenía desde niña, como cuando pedía constantemente a su padre que la llevara al estudio de su abuelo, un mayorista de perlas. Imposible no intuir ciertos patrones cuando fija uno de sus hitos en 2017, año en el que se lanzó de lleno al mundo de la joyería.
Hay más fechas señaladas en el desarrollo y establecimiento de Suma Cruz como marca, como la decisión de ir abandonando progresivamente la alta bisutería para centrarse en las joyas de mayor calidad, algo que llegó el pasado verano. Sin embargo, sigue “disfrutando más con el diseño”, un proceso cuyo arco describe desde el momento inicial de “dibujar una joya al de concebir la colección”, pensando en la historia que se contará y cómo la narrará a su público.
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Fantasías hechas realidad
“En mi imaginario hay un punto infantil de mezclar la realidad con los sueños, con la curiosidad que tienen los niños”. Para Susana, el hecho de haber crecido “no significa haber dejado de lado las fantasías, solo hacerlas realidad a través de las joyas”. Le apena que los adultos estemos a veces “más pendientes del futuro que del presente” y nos hayamos acostumbrado, en muchas ocasiones, “a la velocidad y a que los procesos los hagan máquinas”.
Por esa razón se siente en conexión con esos maestros artesanos de Cervezas Alhambra que entendieron que sin una fermentación lenta no era posible elaborar Alhambra Reserva 1925, una cerveza hecha sin prisa.
Susana se siente "totalmente identificada” con la idea de crear sin prisa y le “resonó mucho que en esta campaña ‘Maestros del Tiempo’ se reivindique, precisamente, darle al tiempo su importancia”. Un detalle significativo es que ni siquiera sea plenamente consciente de cuánto transcurre entre la concepción de una pieza y su llegada al público, porque se compromete con cada una “al 500%”.
La atención al detalle, la entrega consciente de cada minuto y la priorización de lo diferencial frente a la productividad, frente a la uniformidad. Son valores que Susana y su proyecto, Suma Cruz, comparten con Cervezas Alhambra y su icono de verde botella, Alhambra Reserva 1925.
Una buena muestra es su más reciente colección, un homenaje a Tanzania cuya inspiración surgió tras irse “de vacaciones con toda la familia”, incluyendo sus tres hijos pequeños, “a la auténtica cuna del mundo de los animales”. Fue una experiencia que disfrutaron también sin prisa, como se degustan las cosas de la vida que merecen la pena, y que la convenció para concebir su nueva línea con una mirada casi infantil, “sin importar lo que pensaran los demás”. Recuerda entre risas las caras de extrañeza de su equipo ante la idea de “darle la vuelta a la historia”, otorgando protagonismo a un animal de apariencia poco glamurosa como el ñu.
Materiales tradicionales a través de una óptica innovadora
Cuando tu abuelo se ha dedicado profesionalmente a ese mundo, es imposible mantener perspectivas neutrales sobre la joyería. De ahí que las perlas, junto a “las resinas, los cristales de Swarovski o las piedras semipreciosas” sean materiales habituales que las experimentadas joyeras del taller cuidan y trabajan con mimo en su día a día.
Antes de bañarlos en oro, el equipo fijo de Suma Cruz, que supera ya la docena de personas, trabaja también metales como el latón “ya que se puede amoldar muy bien y no es tan blando ni frágil como la plata”.
Saber dominar el tiempo, eso sí, significa aportar miradas innovadoras a procesos completamente artesanales. Como explica Susana, “son necesarias ambas visiones” y en el taller no dudan en “apoyarse en la tecnología, por ejemplo en el diseño 3D”. Todo depende, por supuesto, de lo que necesite cada pieza: “A veces se prototipa en 3D y se imprime en resina, que facilita mucho los cambios”, pero otras trabajan con cera, en “un proceso completamente manual de microescultura”.
A pesar de haber tenido algunos tan sonados como el de la Reina Letizia, para Susana “cada encargo es igual de importante, independientemente de si el cliente es conocido o no”. “Tal y como asegura la filosofía de ‘Maestros del Tiempo’, cada nueva pieza requiere toda mi atención, y yo se la dedico”, certifica sin el menor atisbo de duda. Una dedicación y un esfuerzo, “poniendo el alma y la vida en cada joya”, que su público reconoce “disfrutando mucho de las historias que cuentan”.
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