Dicen que el traje de flamenca se lleva dentro todo el año, que se queda en la piel y en el corazón, hasta que llega la primavera, y como las flores, vuelve para vestirnos de nuevo.
Por Teresa Morales
El traje de flamenca es mucho más que un vestido. Es más que la tradición, la moda, la feria, los volantes, los lunares… Es todo eso, claro que sí, pero también es historia, arte, artesanía y una mezcla de vivencias y emociones, imposible de describir, que toca el alma de quien se lo pone y también de quienes lo admiran.
Belleza en estado puro, que nos conecta con nuestras raíces, al igual que los maestros cerveceros de Cervezas Alhambra se inspiran en sus orígenes para elaborar variedades únicas.
El traje de flamenca une pasado, presente y futuro. Está vivo. Por eso se renueva cada año, mientras convive con sus versiones más clásicas. Y después de vivir el parón de los últimos tiempos, renace para conquistarnos como la primera vez, con todo su duende.
Traje de gitana, su historia
No es fácil determinar un nacimiento exacto del traje de flamenca, pero sí hay varias suposiciones que podrían complementarse y en todas ellas las gitanas de la Andalucía del siglo XIX son las protagonistas.
Como cuenta la doctora en Antropología Rosa María Martínez Moreno en su aproximación etnológica sobre el traje de flamenca para la Universidad Autónoma de Madrid, por una parte está la idea de que se trata de la imitación de la ropa de las gitanas buñoleras, que instalaban sus puestos en las primeras ferias de Sevilla allí por el año 1847.
Aunque sus trajes tienen bastantes diferencias con el vestido de flamenca tal y como lo conocemos hoy, su similitud fue reseñada por los viajeros románticos y forma parte del imaginario colectivo.
Por otro lado, la denominación más generalizada, traje de flamenca, se relaciona con el término flamenco y las influencias de la música y el baile gitanos incorporados al folklore autóctono a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Un nombre que refleja su uso, muy ligado a contextos donde se canta y se baila, como las ferias y las romerías.
Lo que comenzó siendo una feria de ganado, se fue transformando en la feria de ocio que conocemos en la actualidad, y las mujeres andaluzas, de todas las condiciones sociales, se rindieron al encanto de los trajes de gitana para hacerlos también suyos. Desde 1915 ya tenemos los primeros testimonios fotográficos que muestran grupos de chicas jóvenes dirigiéndose a la feria con sus vestidos de volantes.
Vestirse de flamenca, un ritual lleno de magia
Ponerse el traje de flamenca es una experiencia singular. Una invitación a disfrutar de todo el proceso con los cinco sentidos y, al igual que cuando saboreamos una de las Cervezas Alhambra, detenernos en cada detalle, para crear un recuerdo memorable.
No se trata solo de ponerse un vestido, como cualquier día, porque sabemos que todo lo que ocurra a partir de ese instante va a ser especial.
Cada año las nuevas tendencias introducen alguna modificación, pero estos son los elementos básicos que definen el atuendo flamenco:
- Vestido ceñido al talle, escotado, con mangas y falda adornadas con volantes.
- Tejidos lisos o estampados con lunares y flores que suelen ser de percal, popelín u otras telas ligeras de algodón.
- Enaguas almidonadas con algún volante para ahuecar la falda.
- Mantón o mantoncillo de seda bordado como complemento.
- El pelo recogido con peineta o peinecillos de nácar y flores para adornar.
- Zarcillos de oro y coral, aunque también se utilizan de muchos otros materiales nobles y piedras preciosas.
- Zapatos de tacón ancho o alpargatas y cuñas de esparto.
En las ferias vemos una gran variedad en los talles, en las mangas, en el número de volantes, o en los dibujos que adornan la tela del traje de flamenca, y en las romerías conjuntos un poco más atrevidos o informales como los dos piezas de falda y blusa, con un pañuelo en la cabeza para protegerla del polvo y el sol.
En los espectáculos, el traje es diferente, si bien las cantaoras suelen lucir más adornos y batas de cola, las bailaoras no suelen llevar talles bajos ni volantes excesivamente grandes, para poder moverse con más libertad.
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Artesanía y moda se unen para conquistar el mundo
La moda flamenca tiene desde hace años sus propias pasarelas, como We Love Flamenco, o los desfiles del SIMOF, Salón Internacional de la Moda Flamenca. Pero no se queda solo en ellas, ya que también podemos ver lunares, volantes y flecos en colecciones de alta costura como la que diseñó John Galliano para Dior, y en las alfombras rojas de todos los festivales, con embajadoras tan célebres como Mónica Bellucci, vestida de Dolce & Gabbana, o Katy Perry de Marchesa.
Rosalía versiona el traje de flamenca en sus videoclips, pero Madonna ya se vestía de gitana en 1986 para su Isla Bonita. Nunca un traje típico ha sido tan internacional y moderno a lo largo del tiempo, ni ha tenido tanta influencia, sin dejar por ello de reivindicar su identidad y elaboración artesanal, fundamentos por los que QLAMENCO, la asociación de diseñadores y empresarios de moda y artesanía flamenca, lo ha propuesto como patrimonio inmaterial de la humanidad.
Estos son algunos ejemplos de los creadores que mantienen su legado, y que desde sus talleres, pequeños o grandes, nos hacen soñar y contar los días para la próxima feria.
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El Ajolí
Defienden la calidad, la originalidad, el gusto por lo bien hecho y por lo hecho a mano. La familia Jiménez diseña y comercializa trajes de flamenca en exclusiva desde el año 1981, con vestidos que respetan al máximo la antigua tradición del traje de flamenca y se adaptan a la moda manteniendo su estilo y sus toques únicos.
En su taller en San Bartolomé (Huelva) trabajan las costureras, un grupo de mujeres locales que ya forman parte de la familia, y que con su experiencia y sabiduría confeccionan cada una de las prendas.
Materiales y adornos elegidos con cariño y esmero se unen a un trato personalizado para crear trajes que son una segunda piel. ¿Una curiosidad? En 1996 Pepe Jiménez vistió a la Barbie Andalucía. Su trabajo se puede seguir en su web y su perfil de Instagram.
Ángeles Verano
Desde su taller en la céntrica calle Cuesta del Rosario, junto a la Plaza del Salvador, en Sevilla, Ángeles Verano elabora sus diseños con dedicación y minuciosidad. Trajes de flamenca exclusivos, con personalidad propia y elaborados de forma artesanal, que han vestido a destacados personajes de la vida social y el espectáculo.
En 1995 ganó el Premio a la Mejor diseñadora novel en el II Salón Internacional de Moda Flamenca (SIMOF) y desde entonces ha consolidado una carrera llena de éxitos que respira pasión y talento. ¿Dónde seguir sus novedades? En su web y su cuenta de Instagram.
Atelier RIMA
Detrás de esta casa está la diseñadora lituana Rima Poceviciene que, con 15 años de profesión, llegó a España en el año 2000 enamorada de los trajes de flamenca y se quedó en su taller en Almonte (Huelva), para aportar al traje de flamenca los matices de sus orígenes.
Sus vestidos son fruto de esa maravillosa mezcla de texturas, colores y estilos, que se nutre de la artesanía y una gestión pausada del tiempo, para conceder a cada pieza el ritmo que necesita, y conseguir resultados que sorprenden y seducen a partes iguales.
Luz Atelier
Moda flamenca Made in Granada de la mano de la diseñadora Elisa Porcel, fundadora de la marca y especializada en alta costura en Madrid.
En sus trajes no tiene cabida el diseño industrial. Se identifican con la elaboración tradicional y artesanal de siempre, que junto a la calidad de sus tejidos y una confección impecable dan como resultado unos trajes de flamenca muy originales y absolutamente preciosos.
Si quieres ser testigo del proceso puedes conocer su taller de Granada, fundado en 2010, a través de una de sus visitas guiadas. Un proyecto para descubrir la historia del traje de flamenca desde el noble oficio de la artesanía, en el bucólico entorno de la Alhambra.
Un recorrido increíble, de los que no se olvidan.
Fotos | Tamanna Rumee | Sevilla.org | @elajoli | Luz Atelier | Ángeles Verano | @atelierrima
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