Maestros del tiempo
Estrellas de la música enmascaradas. El concepto, como tal, no es nuevo, pero la forma de llevarlo a cabo sí.
Por Cervezas Alhambra
Desde hace décadas hemos visto a bandas como Kiss jugar al despiste con su imagen tras una densa capa de maquillaje o a Daft Punk mantener (casi) intacto su anonimato tras sus icónicos cascos. La novedad ahora consiste en que no se busca nada de eso sino de reforzar una imagen a través de un complemento: el balaclava. La música y la moda están más conectadas que nunca y la idea consiste precisamente en eso, en utilizar el pasamontañas de toda la vida como un elemento que potencie la imagen del músico y la eleve a otro nivel. Los balaclavas se han convertido en una declaración de moda en la cultura musical urbana, especialmente en las escenas de hip hop y drill. La vinculación de la prenda con los artistas, que han pasado de ser referentes underground a creadores de tendencias mainstream, ha contribuido significativamente a su popularidad. Los emplean para subvertir la realidad y desatar la imaginación de la audiencia. Un trend mundial que se ha visto aún más reforzado por el intenso push de TikTok, donde los usuarios fascinados por la moda no paran de publicar videos luciendo pasamontañas y gafas de sol. Balaclavas de todos los colores, formas y estilos que puedas imaginar, pero eso sí: cuanto más exclusivos, mejor.
“The confidence is the balaclava, I’m sure you’ll baffle ‘em good”, cantaba Alex Turner junto a sus Arctic Monkeys en modo premonitorio allá por 2007. “Valladolor, guetto balaclava, piel blanca y black tracksuit”, soltaba Erik Urano en 2018. “Nero il balaclava, Audi in carregiata”, vacilaban Tony Effe & Capo Plaza en 2021. “El balaclava de Finn el Humano para que me busquen”, entonaba Frensy en 2022. “De balaclava nao dá para me ver”, disparan Derek & Did Brock & Leozin en 2023. Existen, literalmente, decenas de canciones que llevan en su título la palabra balaclava. Aparecen cerca de 900 millones de visualizaciones cuando rastreas el hashtag #balaclava en TikTok. Referentes internacionales de moda los diseñan (Louis Vuitton, Marni, Loewe, Y-Project, Kenzo, Givenchy, Balmain, Moschino, Marine Serre, Simone Rocha, Maison Margiela, Vetements, Balenciaga, Moncler, Supreme, Dsquared2, Urban Outfitters, Weekday…) y la revista Vogue titula “All the Cool Kids Are Wearing Balaclavas”. No se puede negar que está pasando algo. Algo grande.
¿Quién se planta un pasamontañas si no está de trekking o a punto de ejecutar un atraco? Pues cualquier artista que quiera abrazar la vanguardia, que desee afianzar su identidad con una apariencia potente o que, sencillamente, no quiera dejar escapar la tendencia. En cuestión de muy pocos años, los balaclavas han pasado de constituir una rareza digna de provocar muecas de desaprobación a erigirse como trend chispeante. Travis Scott, Kanye West (perdón, Ye), Drake, Tion Wayne, SL, Nicky Minaj, Lil Baby, Peso Pluma, Gunna, A$AP Rocky, Lola Brooke, Meekz, Leikeli47, RMR, K Trap, OFB… ¡Las míticas Pussy Riot! La lista de raperos, traperos, drillers y músicos diversos que tiran de balaclava crece y crece. Incluso Justin Bieber se dejó ver en la Met Gala luciendo uno; Rauw Alejandro encargó un diseño hecho a mano al diseñador Christian Stone para promocionar su ‘Trap Cake Vol 2’ y, a principios de año, Bad Bunny asistió a un partido de Los Angeles Lakers llevando otro de color marrón.
¿De dónde procede esta prenda y por qué tiene un nombre tan exótico? Vamos allá con la respuesta histórico-enciclopédica. La máscara facial de lana toma su nombre de la región de Balaklava, situada en Ucrania, donde el 25 de octubre de 1854 se libró una durísima batalla. Las tropas turcas, francesas y británicas asediaron la base de la armada rusa de Sebastopol durante una de las campañas más famosas de la Guerra de Crimea. Tan célebre que Iron Maiden dedicó su inmortal ‘The Trooper’ a los soldados británicos que participaron en la carga de la caballería ligera que tuvo lugar durante aquella lucha. Los rusos acabaron ganando la contienda, los aliados se retiraron y, lo más importante para el asunto que nos ocupa, la capucha que los soldados del Reino Unido usaron para proteger sus cabezas del intenso frío fue bautizada como balaklava, un nombre tan singular como atractivo. Al regresar a sus hogares siguieron usándola, se popularizó, y la gente simplemente cambió la k por la c a la hora de escribir el nombre.
Lana, mohair, cachemira, algún tipo de hilo desconocido… En realidad da igual de qué lo elijas, lo importante es que destaque. Tenemos el verde botella militar clásico, el negro eterno que combina con todo, la gama flúor y un listado casi infinito de colores, patrones y diseños. Durante muchos años los músicos se cubrieron el rostro para alterar lo que el público esperaba de ellos, para eliminar la variable del ego de la ecuación. Ahí tenemos los ejemplos de Slipknot, MF Doom, Marshmello o de los ultra enigmáticos The Residents con sus globos oculares gigantes enmascarando su identidad allá por los 80s. En la actualidad asistimos a una homogenización del fenómeno en la que ya no se utilizan maquillajes o cascos personalizados sino una misma prenda para todos, lo cual prima el lado más estético del fenómeno. Tenemos desde los hechos a mano en punto hasta los apocalípticos, los bélicos o los ultrasofisticados. También, en ocasiones, se han llegado a emplear como vehículo reivindicativo.
¿Hablamos de compromiso social? En el caso del drill británico, sí. Teniendo en cuenta que la mayor parte de los artistas del género son negros y que constantemente denuncian sentirse perseguidos por el sistema, el anonimato que les brindan los balaclavas se ha convertido en un símbolo anti-inconformista para trascender los ambientes más duros y esquivar la exclusión social. En España, los balaclavas se asocian fundamentalmente con la escena drill y los representantes del género, como Morad, Beny Jr. o Skinny Flex, los visten para conectar su imagen a la de artistas que triunfan a lo grande en EEUU, como Central Cee, Pop Smoke o Lil Durk.
Sea como sea, un poquito de misterio nunca le ha hecho daño a nadie. Y si añadimos un toque de rebeldía combinada con glamour a la ecuación, el binomio música-moda eleva su brillo hasta límites desconocidos. Atrévete a descubrir los rostros que se ocultan tras los balaclavas, explora las nuevas formas urbanas de expresión musical y déjate llevar por un nuevo mundo de sensaciones sonoras. ¿Te animas?
IMÁGENES | UNSPLASH
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