Benalmádena pueblo, Mijas pueblo y Frigiliana son el plan ideal para una escapada de invierno en la que disfrutar de su clima cálido y la belleza del entorno
Por Teresa Morales
Un sol que calienta, pero que no quema. Un sol que reconforta y abriga, mientras brilla en un cielo azul despejado, llenando de luz un puzzle de casitas blancas, rodeado de campo. ¿Suena idílico, verdad? Pues así luce muchas mañanas de invierno en algunos de los pueblecitos de la costa que lleva su nombre, la Costa del Sol.
Lugares que nos invitan a escapar del frío y poner el tiempo en pausa. Rincones de ensueño que parecen creados para los sentidos, como las Cervezas Alhambra, que se elaboran poniendo atención a cada detalle, para que podamos disfrutarlas con todos sus matices.
Vamos a descubrirlos.
Pueblos blancos llenos de historia que miran al mar
En muchas regiones de España, y especialmente en Andalucía, son típicos los pueblos blancos que deben su aspecto al encalado de las casas. La cal se utiliza desde hace siglos por sus propiedades antisépticas y antibacterianas, además de que por su color resulta ideal para refrescar los muros, aunque hoy en día se mantiene también por la belleza que otorga a las calles.
Mijas pueblo, Benalmádena pueblo y Frigiliana son tres ejemplos de este tipo de arquitectura en la Costa del Sol. Los tres se elevan sobre el mar, ofreciendo unas vistas maravillosas, y aunque en verano tienen una gran afluencia de turistas, ahora se pueden recorrer sin aglomeraciones, mientras descubrimos pequeñas tiendas de artesanía o nos deleitamos con su gastronomía.
Encontraremos delicias tan populares como la fritura malagueña y otras menos conocidas fuera de Málaga como el gazpachuelo, una sopa de pescado con un toque de mayonesa que la hace única, o la porra antequerana, muy similar al salmorejo. Platos del mar y de la tierra que potencian el amargor suave y equilibrado de una Alhambra Lager Singular. La mejor forma de comprobar con cada sorbo y cada bocado que el momento perfecto existe. Pero volvamos al paseo...
Mijas pueblo, el encanto de lo auténtico
En Mijas pueblo hasta los pequeños supermercados o las sucursales bancarias tienen sus carteles en negro para que nada le quite protagonismo al blanco de sus casas, a excepción de las macetas azules, llenas de claveles, que adornan muchas de sus calles.
En este pequeño núcleo urbano situado en la ladera de la sierra de Mijas conviven la turista extranjera con su cámara de última generación con el abuelo con boina que todos los días se sienta a charlar con su mejor amigo en el mismo banco.
Tradición y modernidad se abrazan, como demuestran dos de sus museos más interesantes, el histórico, donde podemos aprender de su pasado y el Centro de Arte Contemporáneo que acoge obras de Dalí y Picasso, junto con exposiciones de artistas actuales de todo el mundo.
Caminar por su casco histórico visitando sus tiendas de esparto, mimbre, cerámica o joyería, hasta llegar a los jardines del Paseo de la Muralla, una fortaleza árabe que funciona como un impresionante mirador, es todo un regalo para los ojos y el alma.
Benalmádena pueblo, calma y belleza
Al casco antiguo del municipio de Benalmádena también se le conoce como Benalmádena pueblo. Situado sobre la ladera del Pico Mijas, está igualmente rodeado de pinos, tomillo, romero y palmito, y ofrece calles muy tranquilas en las que perderse, entre casitas encaladas y tiestos de barro, que lucen en su interior todos los tonos de verde.
Los sábados se celebra en su plaza del Alguacil un mercadillo de economía circular con objetos reciclados, de artesanía y restaurados. Una oportunidad de valorar la belleza de los objetos hechos a mano y de darles a otros una segunda vida, contribuyendo a hacer el planeta un poco más sostenible.
Después, cuando pasa el bullicio del mercadillo, vuelve la calma. En Benalmádena las vistas panorámicas se asoman de repente desde cualquier esquina, pero se vuelven infinitas si nos acercamos hasta la Estupa de la Iluminación, la estupa tibetana más grande de Occidente, que está situada en un mirador desde el que parece que casi podemos tocar el cielo.
Frigiliana, para perderse por sus callejuelas
El I Premio Nacional de Embellecimiento en 1982 le dio a Frigiliana fama de pueblo bonito, pero no solo de ahí le viene el calificativo, las calles, patios, plazas y miradores que conforman su precioso casco histórico lo merecen.
En la distribución de las casas de este pueblo, situado en el Parque Natural de las Sierras de Almijara, Tejeda y Alhama, se respira la herencia andalusí y morisca, así como en el blanco de sus fachadas, solo interrumpido por el azul de algunas puertas o los colores de las flores y las plantas.
Frigiliana transmite alegría y nos inspira con sus tiendas de artesanía con esparto, calabaza de agua, vidrio pintado, lana o cerámica, además de seguir fabricando la deliciosa miel de caña con la que se preparan las berenjenas fritas tan características del mediterráneo, que también debemos a la cultura árabe.
Si nos adentramos en sus empinadas callejuelas hasta llegar al punto más alto, también tendremos recompensa. Unas vistas fantásticas de la serranía en contraste con un mar centelleante y la sensación de que buscando tranquilidad, sol y calor, hemos acabado descubriendo los paisajes más increíbles y atesorando recuerdos que nos acompañarán siempre.
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