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Por María José Amengual
En nuestro día a día, solemos estar inmersos en la vorágine de nuestros quehaceres habituales, y no disponemos del tiempo que nos agradaría para disfrutar con la familia y los amigos. Por eso es tan importante aprovechar esos momentos que se nos presentan, de las pequeñas oportunidades que nos ofrece un aperitivo, un buen libro, esa canción que nos pone la piel de gallina, nuestra cerveza preferida y reír con los nuestros.
Para conseguirlo, no es necesario complicarnos en exceso. Basta con disponer de los ingredientes necesarios, prepararlos en la cocina y degustarlos en compañía de nuestros seres queridos con una Alhambra Lager Singular, cuyos matices únicos, ligeros y afrutados la convierten en una cerveza ideal para ser paladeada poco a poco.
Como la presentación es también importante, hay recetas que se prestan a innovar. Por ejemplo, se puede servir este canapé en versión bocado, sobre una cucharita. Además, esta elaboración tiene la ventaja de que se puede preparar con antelación, lo que permite organizar el aperitivo previamente. Cuando queramos degustarlo, solo tendremos que llevarlo a la mesa y maridarlo con Alhambra Lager Singular.
50 minutos
Fácil
A veces, lo importante de una receta que hemos preparado con todo el cariño es la compañía: con quién la degustaremos. Un momento único en el que se es feliz con, simplemente, una buena conversación con los nuestros regada con una Alhambra Lager Singular, una cerveza que, gracias a su proceso de fermentación lenta, hace que se desarrollen todos los matices que la convierten en única: una Lager ligera, equilibrada y de amargor suave hecha para disfrutar con los cinco sentidos, y que combina a la perfección con el toque harinoso de la crema de patata.
El sabor de esta cerveza es el resultado de una cuidada elaboración. Y su esencia es la de una Lager que nos invita a redescubrir los momentos cotidianos, para poder disfrutarlos y paladearlos sin prisa. Una variedad ideal para disfrutar de un tapeo improvisado o de ese menú del día a día con el que deleitamos a nuestra familia.
Etimológicamente, la palabra aperitivo deriva de aperire, un verbo que en latín significa abrir, por eso actualmente se usa el vocablo aperitivo para designar el hecho de que sirve para abrir el apetito, como preludio de la comida. Parece que el origen del aperitivo se remonta al siglo V a.C. y de la mano de Hipócrates, que había creado una bebida alcohólica de ajenjo de sabor amargo que se usaba para estimular al estómago cuando faltaba el apetito. Posteriormente, los romanos lo denominaron vinum absinthiatum (vino de ajenjo), y le añadieron romero y salvia pera mejorar su sabor amargo.
Fue en la Edad Media cuando se descubrió que los sabores amargos estimulan la sensación de hambre y activan el estómago, así como la mucosa que reviste el interior de la boca y la lengua, aumentando la producción de saliva, que es la que favorece el proceso digestivo.
En nuestro país, al aperitivo se le denomina también tapa, y las expresiones ir de tapas o tapear son conocidas más allá de nuestras fronteras. Existen varias historias sobre el origen de las mimas, la más extendida cuenta que el Rey Alfonso XIII se encontraba en una taberna de Cádiz cuando empezó a soplar el viento. Para evitar que la tierra se metiera en su copa, el camarero colocó una loncha de jamón sobre esta; el rey, al pedir otra consumición, dijo que también la quería con tapa. Actualmente, tomar un aperitivo o una tapa antes de comer o de cenar es una costumbre totalmente consolidada.
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