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Por María José Amengual
Preparar recetas sencillas y que agraden a todos (grandes y pequeños) es una tarea que puede resultar difícil. Así, cualquier propuesta que implique no complicarse en la cocina, como este gratinado de puerros con jamón y queso, una elaboración fácil, rápida y deliciosa que nos permitirá tener listo en poco tiempo un primer plato o una cena, siempre es acogida con agrado.
La gastronomía es la excusa ideal para pasar los mejores momentos con los nuestros, por eso es tan importante escoger un menú que nos permita disfrutar de su compañía. Conseguirlo es más sencillo si escogemos los mejores ingredientes y los preparamos con cariño en nuestras cocinas. O mejor todavía ¿por qué no cocinarlos entre todos?
Este es el mismo espíritu que se respira en Cervezas Alhambra, una agradable invitación a tomarnos el tiempo necesario para disfrutar de las cosas con los cinco sentidos y emocionarnos a través de la creación, la tradición y el respeto por los procesos creativos, como el que podemos desarrollar en las cocinas de nuestros hogares. Porque no es perder el tiempo, es perder la prisa.
40 minutos
Fácil
Ahora que llega el buen tiempo y podemos disfrutar de los mejores productos de la huerta, acompañar este gratinado de puerros con una ensalada de tomate simplemente aliñada con aceite de oliva virgen extra y un poco de sal será una deliciosa opción que nos solucionará una cena y nos permitirá variar nuestro repertorio habitual. Para un contraste de sabores, podemos esparcir sobre los tomates cortados en rodajas unas alcaparras y unas nueces picadas.
Para maridar el conjunto, nada como una Alhambra Reserva Roja, inspirada en las cervezas Bock alemanas. Está pensada para momentos especiales, como los que queremos construir con los nuestros, y elaborada con matices que suponen todo un desafío para nuestros sentidos. Una cerveza potente y voluptuosa, gracias a su evidente y muy agradable nota de alcohol, tras la que aparecen sabores de caramelo y grano. En ella se potencian los toques afrutados, lo que la convierte en una variedad que aporta sensaciones tostadas que complementan los sabores de esta receta.
La salsa bechamel es una salsa clásica que se usa en muchos platos de nuestra gastronomía. Su preparación no es complicada, pero hay que tener en cuenta una serie de consideraciones para que salga bien, pues querremos evitar a toda costa los grumos. Si en lugar de usarla preparada queremos elaborarla en casa, aquí van unos consejos para triunfar en su elaboración.
1. Los ingredientes necesarios son leche, harina, mantequilla y sal. Eso no significa que no podamos preferir otras alternativas, como usar aceite de oliva en lugar de mantequilla, leche vegetal en lugar de leche de vaca o maicena en lugar de harina. También podemos añadir pimienta o nuez moscada para conseguir un plus de sabor. Lo que no es aconsejable es reducir las cantidades de algún ingrediente, como la mantequilla, para aligerar nuestra bechamel. El resultado no será el esperado.
La proporción correcta es: 1/2 litro de leche, 30 g de mantequilla, 30 g de harina y un pellizco de sal.
2. Debemos empezar por una roux, una ligazón clásica de la cocina francesa hecha con harina y mantequilla a partes iguales. Para elaborarla, ponemos la mantequilla en un cazo al fuego suave para que se funda y, después, añadimos la harina tamizada, removiendo con una cuchara de madera para que se unan. Según el grado de tostado de la harina, prepararemos una roux rubia u oscura.
3. La leche debe añadirse caliente. Este paso es importante para que no se formen grumos. Una vez esté caliente, sin que sea necesario que hierva, la añadimos a la roux, removiendo siempre con unas varillas. No podemos dejar de remover en ningún momento si queremos obtener una salsa lisa y suave.
4. Conseguir una salsa más o menos espesa dependerá de la proporción de los ingredientes. En general, para una salsa bechamel clara, por ejemplo, para cubrir una lasaña, necesitamos 70 g de mantequilla, 70 g de harina y un litro de leche. Para una bechamel espesa, por ejemplo, para hacer croquetas, serían 200 g de mantequilla, 200 g de harina y 1 litro de leche.
5. Si a pesar de haber seguido todos estos pasos, nuestra bechamel tiene grumos, podemos solucionarlo pasando la salsa por un colador o batiéndola con una batidora de mano.
6. Variar nuestra salsa bechamel es fácil. Si añadimos chalotas rehogadas, se convertirá en una salsa soubisse. Si añadimos tomate, prepararemos una salsa aurora. Si reemplazamos la leche por caldo, será una velouté y, si añadimos queso rallado, se convertirá en una salsa mornay.
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